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La Lotería de ser Mamá - Like! Priscila

Antes de ser mamá: Mis placeres

Antes de ser mamá tenía todo el tiempo del mundo para extenderme en mis rutinas de belleza y mis baños, realizar paseos y viajes sin tener que planear mucho. Con mi primer hijo, mis baños eran con el bouncer frente a mi regadera y con la puerta abierta para verlo en todo segundo.


Tenía disponibilidad de horarios para desvelarme con mis amigas entre semana o los fines de semana y la suerte de comer mis desayunos o cenas calientes. Ahorita, cuento con mis dedos las horas que me quedarán de sueño y si las cuento con una sola mano, solo pienso en que tal vez mañana alcance a dormir mas.


Previo a convertirme en madre tenía el inmenso placer de dormir noches enteras o los fines de semana de siestas largas y de lucir mis largas uñas cuidadas en toda ocasión. Mi casa siempre se encontraba en orden y los horarios o rutinas no eran tan importantes en mi vida. Es más ni existían.


Ahora desde que suena el despertador, mis horas están contadas para estar a tiempo en todo y acabar todo.


Mi vida de soltera se caracterizó precisamente por la falta de preocupación ante eventuales peligros de determinados objetos. El que tu hijo se pegue y se abra la frente causa una impotencia que no encuentras consuelo alguno cuando te pasa por primera vez.


No me entristecía ni angustiaba el llanto infantil en espacios públicos. Si escuchaba un niño gritar o llorar en el super, podría pensar y juzgar aquel niño tan maleducado y me molestaba y me daba pena ajena la situación. Mamás inmunes a gritos y cargadas de paciencia me desesperaban. No sabía de sacrificios y esfuerzos por amor.


Antes de ser mamá jamás había alcanzado la felicidad con una sola presencia. Nunca me percaté de cerca la inocencia y la ternura de un niño hasta que tuve los míos.


Jamás imaginé que un ser tan pequeño e indefenso tuviera la capacidad de poner mi mundo de cabeza y de afectarlo. Nunca había concebido siquiera que un corazón pudiera romperse así por alguna angustia que te sucediera con tu hijo. Jamás había llorado con tanto sentimiento por una situación que no estuviera en mis manos.


De hecho, no se me hubiese pasado por la cabeza poder llegar a amar a alguien con tanta intensidad e incondicionalidad. Nunca creí poder querer con la fuerza de una madre: sin medidas, límites ni condiciones. Irrompible, indestructible, más allá de todo.

Antes de ser mamá no sabía cómo se sentía tener mi propio corazón fuera del cuerpo. Recuerdo cuando nació Luis Emilio y estábamos estrenándonos como papás, compramos un aparatito llamado ¨Angel¨ y lo pusimos en su cuna y nos avisaría ante la falta de respiración con una alarma cualquier problema. Recuerdo varias madrugadas tratando de volar y ver que mi hijo siguiera respirando antes las repetidas alarmas que sonaban. Acabamos por tirar el aparato!


Lo que aprendí al convertirme en madre

Es mucho lo que aprendí una vez que llegaron a éste mundo. Nunca había pensado en el poder y la fortaleza del vínculo madre-hijo del que tanto hablaban.


Cuando solo tenía a Luis Emilio no sabía como sería el amor a un segundo hijo. Se divide? Se multiplica! Un tercero lo disfrutamos mucho mas con la llegada de mi Cordelia. Ya sin miedos y conocimientos de todas las fallas para convertirte en los mejores papás que podamos.


Por todo esto y por mucho más entiendo que antes de ser mamá vivía cómoda y felizmente pero no intensamente. Sostengo que no me arrepiento de lo que dejé por todo aquello que gané trayendo vida a este mundo. No puedo imaginar mis días ahora sin ellos. Cuando se van con sus abuelitos y me quedo sola en casa, es cuando piensas la vida sin ellos ya no es imaginable. ¡Amo ser mamá!


Pero como una mamá contemporánea, amo poder combinar los que me gusta hacer y el día a día con ellos.


El trabajo nunca se acaba y menos los fines de semana! Aquí la lotería de. mi semana.


XO,

Priss





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